La Secretaría de Energía (SENER) anunció recientemente su programa de implementación de redes eléctricas inteligentes en México, con una inversión estimada de más de 11 mil millones de pesos y que tiene como objetivo proporcionar elementos para anticipar la demanda y proyectar la generación de electricidad, particularmente de energías limpias, incorporando al sistema nuevos esquemas de generación distribuida, eficiencia energética, almacenamiento de energía y demanda controlable.
Las redes eléctricas inteligentes, de acuerdo con Schneider Electric, son una combinación entra las redes eléctricas y las informáticas. Estas redes aprovechan la información digital y las tecnologías inteligentes de medición y comunicación para incrementar la confiabilidad, estabilidad, seguridad y eficiencia de los sistemas eléctricos.
Pero, ¿qué implica el incorporar una red eléctrica inteligente? La respuesta es modernización. El principal reto de esta nueva alternativa es incluir equipamiento moderno que permita una operación flexible, segura, eficiente pero sobre todo sustentable.
Para el consumidor final la implementación de este sistema implica distintos beneficios, desde tener un mayor control de sus tarifas, hasta tener el beneficio de un sistema mucho más eficiente. En el largo plazo los usuarios podrían transitar hacia un esquema de precios de electricidad en tiempo real o por periodos determinados de uso, lo que reflejaría un retorno sobre la inversión mucho más apegado a sus necesidades y particularidades de consumo.
La integración de dichas redes involucra un intercambio de información importante, es decir, la ciberseguridad será vital para poder proteger los datos de cada uno de los sistemas y por supuesto los usuarios. Con esta propuesta del gobierno federal, se consideran requerimientos de tecnología que faciliten el control de la calidad y seguridad de la tensión eléctrica, es decir, la medición inteligente a través de la digitalización de la red.
Un proyecto de esta magnitud enfrenta distintos obstáculos, uno de los más grandes a vencer no es la complejidad del sistema, por el contrario, es el hacer una verdadera apuesta a la modernización del Sistema Eléctrico Nacional, crear un marco regulatorio en línea con los lineamientos de la política energética dictados por la Secretaría de Energía, abriéndole puerta a sistemas y arquitecturas que enriquezcan la infraestructura actual y que incrementen la calidad de la energía.
De acuerdo con la SENER, la meta de producción de energía limpia para el 2024 es de un 35%, alcanzable solo si se logra privilegiar el uso de tecnologías como las redes eléctricas inteligentes.
La red se está convirtiendo rápidamente en una plataforma que también maximiza el valor de los recursos energéticos distribuidos, promueve mayor participación de los nuevos paradigmas de distribución y aumenta el potencial económico de los servicios minoristas, lo que en el largo plazo permitirá la creación de un nuevo modelo de ingresos bajo este esquema.
Dentro de un sistema eléctrico totalmente digital, los clientes pueden elegir sus tecnologías energéticas preferidas, conectar estas opciones a la red eléctrica centralizada y a la larga, negociar con otros recursos distribuidos y centralizados mediante interacciones en tiempo real.
Hoy, el sistema eléctrico está en una trayectoria de transformación y constante cambio. Debemos asegurarnos que el futuro de la electricidad avanza por el camino correcto. No hacerlo, tiene consecuencias trascendentales tanto en el bolsillo, como en el impacto ambiental.
Redacción C21